Roberta Iannamico y Mauro Lo Coco sobre Pareidolias, de Alejandra Saguí


Prólogo


megaoperativos verbales





Seguro que John Zindo quería los poemas de Alejandra para su colección de bichos raros. Mariposas con chaleco antibalas que escapan a los alfileres, bisbisan. Molestos como moscas, se meten en los lugares menos caretas de la materia orgánica, incluyendo a las palabras. Cantan chicharras haraganas provocando a las hormigas y después se une a sus filas,con verbal cargamento hasta que

cri cri
 te la deja picando.

Pareidolias es un catálogo de intentos de reunión. Los trazos del absurdo se funden con locuaces alocuciones sobre eso que cualquier señora en la esquina acordaría con la poeta en llamar realidad. ¡Perturbarse no es una vanguardia, ni siquiera un invento! Perturbar es el oficio de lo real. El intento de reunir en un poema eso que pasa es ya un acto de una fe: “hay que estirar bien/liso que quede/derrape más sin hundirse”.

Como un explorador en tierras vírgenes o un juglar que ve la ciudad como páginas que pasan, como un señalador que marca la vida, esta poesía es noticia del pueblo para el pueblo (“mejor al fondo haciendo piso/ entre las latas”). Noticia de sí mismo y de su verdad sin disfraz:  “Los ojos/bajos atentos a encontrar rastros /de chicles ora escarba”; “Soy el decorado/que se hunde”; “quebrar se/ es volver/ al plano/ vital”

Este libro es una casa de ejemplares extraños, Hay escenas de quietud, pero también se organizan fiestas. Ahí es donde se lucen los pelajes exóticos, las joyas del acontecimiento verbal, los decorados artificiales que sabemos adoptar como naturaleza. Y Alejandra, como buena bardo, hace bardo. Como la mujer que descarga el pomo en las caras de los que pasan, como la mandarina de su poema:

la mandarina renueva ese gesto
de prenderse al riesgo
de explotar contra el suelo
como invitando al resto

El gesto renovado de trovar rapeando, porque el ritmo iguala la escritura, el cuerpo, el universo y el tiempo. Ellos funcionan como una sucesión de formas que disparan más formas y en ese traqueteo me hundo en su mundo profundo y mundano, hasta el ano, en ese punto donde convergen los versos. ¿Será este hechizo un megaoperativo verbal? Todo tiene su lugar, en su fiero jugar, junto al sol y los trastos ¡justicia con los abandonados! Y eso hace Alejandra, que se pasea como un camaleón al acecho, escondido bajo cualquier forma, escudriñando cada rincón, a la pesca del poema.



                        Roberta Iannamico / Mauro Lo Coco (2014)







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