Prólogo
megaoperativos verbales
Seguro que John Zindo quería los poemas de Alejandra para su colección de bichos raros. Mariposas con chaleco antibalas que escapan a los alfileres, bisbisan. Molestos como moscas, se meten en los lugares menos caretas de la materia orgánica, incluyendo a las palabras. Cantan chicharras haraganas provocando a las hormigas y después se une a sus filas,con verbal cargamento hasta que
cri cri
te la
deja picando.
Pareidolias es un catálogo de
intentos de reunión. Los trazos del absurdo se funden con locuaces alocuciones
sobre eso que cualquier señora en la esquina acordaría con la poeta en llamar
realidad. ¡Perturbarse no es una vanguardia, ni siquiera un invento! Perturbar
es el oficio de lo real. El intento de reunir en un poema eso que pasa es ya un
acto de una fe: “hay que estirar bien/liso que quede/derrape más sin hundirse”.
Como un explorador en tierras
vírgenes o un juglar que ve la ciudad como páginas que pasan, como un señalador
que marca la vida, esta poesía es noticia del pueblo para el pueblo (“mejor al fondo haciendo
piso/ entre las latas”). Noticia de sí mismo y de
su verdad sin disfraz: “Los ojos/bajos
atentos a encontrar rastros /de chicles ora escarba”; “Soy el decorado/que se
hunde”; “quebrar se/ es volver/ al plano/ vital”
Este libro es una casa de ejemplares
extraños, Hay escenas de quietud, pero también se organizan fiestas. Ahí es
donde se lucen los pelajes exóticos, las joyas del acontecimiento verbal, los
decorados artificiales que sabemos adoptar como naturaleza. Y Alejandra,
como buena bardo, hace bardo. Como la mujer que descarga el pomo en las caras
de los que pasan, como la mandarina de su poema:
la mandarina renueva ese gesto
de prenderse al riesgo
de explotar contra el suelo
como invitando al resto
El
gesto renovado de trovar rapeando, porque el ritmo iguala la escritura, el
cuerpo, el universo y el tiempo. Ellos funcionan como una sucesión de formas
que disparan más formas y en ese traqueteo me hundo en su mundo profundo y
mundano, hasta el ano, en ese punto donde convergen los versos. ¿Será este
hechizo un megaoperativo verbal? Todo tiene su lugar, en su fiero jugar, junto
al sol y los trastos ¡justicia con los abandonados! Y eso hace Alejandra, que se pasea como un camaleón al acecho,
escondido bajo cualquier forma, escudriñando cada rincón, a la pesca del poema.
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