La exótica India en la Argentina
Sobre Diario indio, de Severo Sarduy
zindo & gafuri, 2014
Es
una verdadera hazaña editorial y un lujo sin precedentes para el lector
argentino, tener por fin entre sus manos el desconocido libro El diario indio del escritor cubano
Severo Sarduy (Cuba, 1937-Fancia, 1993). Sabemos gracias al acompañamiento del
rico prólogo del poeta uruguayo Roberto Echavarren, que Sarduy escribió el
libro cuando viajó por primera vez a la India en 1971 por consejo de Octavio
Paz.
El diario indio
está construido por 48 fragmentos –de difícil categorización genérica–, pues
son fotografías que describen lugares, ritos, comidas, rostros, decorados, y me
atrevería a decir que descubre de esta forma –con su manto de exotismo– el color y la belleza de la India.
Imaginemos por un instante la
idiosincrasia cubana maravillada desnudando el alma de la India, algo tan
complejo, lleno de espesor lingüístico y de referencias del orden de lo sensorial
y espiritual, que es fácil conjeturar que será otra India, como otro el cubano
que retorna. Orientalismo, dicen los especialistas, que se llaman los estudios
sobre Oriente, y en esa etiqueta usualmente ubican El diario indio. A mi juicio, por el contenido de imaginación que
involucra hasta la más sosa y seca descripción lo prefiero en el orden de lo
bello, es decir de la poesía.
El
sello de la escritura de Sarduy es inconfundible, ya desde su segunda novela De dónde son los cantantes (1967) se
arma de aquello que los críticos y él mismo denominó –neobarroco– un lenguaje
difícil, lleno de plasticidad, entregado a los sentidos, cargado de
voluptuosidad, desbordante de referencias, atiborrado de detalles, poseído por
un ritmo particular, como si una escondida fuerza erótica lo robara
constantemente, así es también en el fondo El
diario indio, a pesar de su reservada y difícil sencillez.
Para los lectores curiosos, El diario indio, sin embargo, tiene su
gemelo en Colombia, en El sueño de las escalinatas
(1964) de Jorge Zalamea (Bogotá, 1905-1969),
uno de los libros inscriptos dentro del género del poema en prosa y que goza de
ser de los más reeditados de la poesía colombiana. Son asombrosas las
correspondencias donde supura el color de la sangre, el gesto de crueldad del
sacrificio y un aura de ruina y misticismo. Los dos libros con su estilo
respectivo dibujan la India, pero es una la que es entregada al lector.
Finalmente, Severo Sarduy repetirá
en varias entrevistas que lo que menos le importa es la historia –lo que se cuenta–
porque en su literatura, lo importante es la materia, el
color, el perfume. Eso es cierto y se aplica en El diario indio, pues como él deseaba “el Oriente termina
invadiéndolo” porque “pinta con las palabras”.
Fredy
Yezzed
Buenos
Aires, junio de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario