Erupción brutal
Sobre Krakatoa, de Aníbal Cristobo
zindo & gafuri, 2012
Una isla volcánica cercana a Java estalló y literalmente desapareció en el siglo XIX: Krakatoa, y además es el título del poemario de Aníbal Cristobo que puede leerse, entre las múltiples lecturas, como un presente en movimiento, en un estado de erupción brutal. El movimiento implica cambios, diferentes estados por los que una experiencia es asimilada, absorvida. Un cambio regenera la piel, el modo de ver las cosas, de asumir el desastre o la provocación del asombro:
"Los perros y las cacerolas cruzaron el
espacio.”
El presente es ahora, ¿Cómo puede pensarse, entonces, el presente en movimiento? En este libro hay
una clave contemporánea entre lo que sucedió y ocurre ahora. La observación
atemporal de una catástrofe diaria, un hecho que genera el discurso del antes y ahora en una unidad: el poema. En el cuerpo total
de Krakatoa hay varios elementos en
movimiento, no sólo el tiempo:
“La página que escribo ya dejó de existir, o
bien/ tenemos problemas con el navegador, interrumpidos/ siempre por el ruido
que hacemos al quitarnos las manchas, intentando/ recuperar alguna apariencia
tras hacer el amor/ con un perro, o quedarnos callados, fumando, con los
dientes/ perfectos, cuando llega un mensaje/ y transforma por un momento algo
importante// en algo irrelevante, y no lo percibimos.- ”
La observación, por ejemplo. La mirada aguda y permanente sobre la
experiencia del viaje, de salir , de los que vienen y se van, de los personajes
que se construyen en estos poemas que están yendo de un lado hacia otro,
incluso desde un interior y un exterior, de las voces leídas del periodismo, de
lo que piensan y dicen los otros, de lo
ajeno lo cual nos sitúa en un "no- lugar", un lugar que existe dónde,
que se puede construir de escenas vagas, descoloridas, donde percibimos el
efecto especial y nos decepciona la irrupción del artificio, un efecto
desprolijo de lo real que nos inmoviliza aunque todo a nuestro alrededor esté
en movimiento.
“decía: ‘vuelvo; es igual
que una rueda
que se
suelta, y sigue andando sola
por algún tiempo más’.-”
La cercanía de los espacios geográficos, las mesas de café, un micro, un
garge son escenarios que crean un mundo paralelo y verosímil al de los
lectores. Estamos ahí y estamos acá, estamos de ese lado y del nuestro, leer al
fin de cuentas es un modo de hacerse eco del mundo de otro. Y esa resonancia de
sonidos, de experiencias, de movimientos es sin lugar a dudas volcánica, aunque
la reconozcamos ajena, no resulta indiferente y perdura en la experiencia
propia.
«dentro de poco
voy a llegar a un lugar igual a
éste, pero mucho
mejor; y mucho más lejano».
Valeria De Vito
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