Sobre El caso peralta o por hace y
por bé, de Mónica Rosenblum
zindo & gafuri, 2015
Introducción
A Mónica la conocí una noche húmeda.
Ambas teníamos la misión de presentar el libro de un amigo. Me gustaron sus
rulos, pero muchísimo más me gustó su voz. Tiempo después, desde la editorial
Zindo&Gafuri, me enviaron su libro para comentarlo. Lo acepté disimulando que
la poesía no es mi metier, tan encantada que estaba con la idea de llevar el
libro a mis vacaciones. Él se llenó de arena e interrupciones, yo me llené de
reflexiones, y mi cuaderno se plagó de ideas y digresiones. El temor a que me
gustase menos que la voz de su autora me duró apenas unas líneas, dado que todo
el tiempo la imaginé a ella leyéndomelo.
Nudo
El libro de Rosenblum no es un
poemario en el sentido formal. Tampoco tiene un solo sentido y “formalidad” no
es una palabra que lo represente. Es un libro que mezcla poemas, historias,
citas e interpretaciones, que estira y explora y amasa el juego de utilizar el
lenguaje, la herramienta por excelencia de los escritores. Pero cuando hablo de
juego lejos estoy de querer evocar algo infantil pese al tono que la escritora
propone desde el primer párrafo: “durante mucho tiempo fueron juntos por el
mismo camino. a veces juntosjuntos y a veces juntos cada uno”. Porque creo que
lo que aquí se propone es un juego adulto, profundo, que indaga en las
expresiones de uso común desde y hasta su raíz, a las que también se cuestiona
siguiendo una premisa enunciada por Hebe Uhart en su libro Clases de
literatura: “Los lugares comunes se pueden trabajar”. La autora de “el caso
peralta…” considera que esos lugares, que son como habitaciones, como espacios
concretos, físicos, deben trabajarse
para poder salirse de ellos, para cuestionarlos, para discutirlos. Muchas veces
el lugar común tranquiliza, muchas otras, molesta. Rosenblum propone con ellos
un juego aun más basto puesto que también bucea en lo no dicho, en lo que aun
no se ha podido nombrar. No fuerza el lenguaje para jugar con él, deja/espera
que el lenguaje se preste solito al juego que se le propone, aun con sus
limitaciones, silencios y espacios vacíos, o quizás por ellos hasta que, de
repente, hace aparecer un poema que viene a confesar, desde el arranque, la pérdida
absoluta:
todo
lo
perdí
“el caso peralta o por hace o
por bé” es un libro al que hay que volver. Hay libros que se leen y libros que
se releen. El de Mónica es de los segundos incluso la primera vez que se lo
aborda.
La experimentación con el
lenguaje y las acciones comunes en constante juicio y estudio, la incesante
elucubración lingüística que parte de gestos y acciones aparentemente mínimas
como “soltar la mano” o decirle a un otro “yo con vos no tengo nada más que
hablar” me vuelven a la palabra juego, a la palabra desafío, a la palabra
aventura. En paralelo, el libro da la posibilidad de ser leído de diferentes
maneras: de corrido, solo los poemas, solo la historia vincular de Hache y Bé,
o todo junto, lo cual provoca una sensación abrumadora que este párrafo ilustra
con poética certeza: “qué lindo pensar que existe un lugar-momento-instancia o
todo eso junto o parte de eso en el que uno puede, con otro, ponerse a ver si
pueden ponerse a mano; y quizás tal
vez ello los lleve, finalmente, a darse
la mano; a con una mano en el corazón
decirse verdades no necesariamente empalagosas;
no necesariamente acuchillantes; como un lugar tregual, como un lugar neutral,
en el que ya no hace falta ser quien uno no es, en el que está muy bien ser
quien uno es y saber lo poco y/o mucho que se sabe”
Desenlace
La autora en su libro “el caso
peralta o por hache o por bé” deshilacha los diálogos, las formas y las
estructuras convencionales para entrelazar nuevamente los mismos hilos de un
desbordado tratado sobre el lenguaje que es también la historia de amor de
Hache y Bé –digo amor por decir una
palabra, por elegir la más común, y acaso por contrariar a la autora- en este atípico
poemario genuino y monstruoso, por su calidad de único, en el que desea de modo
constante habitar los huecos, las preguntas, la búsqueda misma de su
composición. Mónica Rosenbum hace trabajar al lector desde la conmoción,
invitándolo a sobre-reflexionar acerca del uso de cada palabra, a riesgo de hacerlo enloquecer.
“Seguramente
todo el arte es el resultado de uno haber estado en peligro, o de haber pasado
una experiencia hasta el final, hasta donde ya no se puede ir más allá”
Rainer
María Rilke, Cartas a un joven poeta
Macarena Moraña
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