Josefina Fonseca sobre Poesía recuperada, de Naty Menstrual


Mil retazos mil amores
Sobre Poesía recuperada, Naty Menstrual
zindo & gafuri, 2016





                     “Quisiera escribir tan profundo/ tan hondo/ tan prohibido”.



Hay un collage de texturas que podrían ser retazos de animal print o líneas que formaran una huella dactilar. En el centro, adivinados entre recortes negros, los rasgos finos de una mujer. ¿Una mujer con barba de cebra? La ilustración de tapa de Poesía recuperada (2016) de Naty Menstrual advierte algo de lo que es: una recopilación de casi cincuenta poemas concebidos antes y después del nacimiento “travatrash” de Naty; una unión de fragmentos en choque, completamente conciliados entre sí.
“Otros años otras palabras/ otras bocas otros cuerpos otra mirada/ la misma sangre” aclara el epígrafe del poemario, en el que pronto se dimensiona que cualquier intento de definición de la autora llevará al fracaso. Para quien pregunte quién es, dirá: “Soy hombre soy mujer soy clítoris y glande soy Mr. Hyde y Frankestein un cielo nublado y mil estrellas un cielo azul y una feroz tormenta (…) soy lo que quiera ser a la hora que sea”. Y para quien no lo entienda, pedirá: “Que nadie me odie/ que ya me basta a mí/ con mi tortura/ interna”. Será amor lo que pida alguna vez, pero jamás clemencia: conoce la inexistencia de dios, y tal vez por eso en sus versos haya tantos ecos de soledad.
Lo que estos poemas recuperan es la marca del momento en el que fueron escritos, atravesados siempre por la ferocidad de la urgencia. Un urgencia que a veces denuncia hipocresía: “Pobre tu mujer pobres tu hijos/ viviendo en un mundo de mentira/ y yo gimiendo”; que otras veces es capaz de transformarse en fulgores de suavidad: “Puse botellas de sol/ en mi heladera/ para calmar/ tu sed sedienta/ de sirena”, o de reconstruir con aromas un recuerdo, como quien necesita volver a un lugar de protección: “El olorcito a coches/ en el portón/ donde el abuelo/ nos subía/ y jugábamos carreras/ primero eligiendo el modelo/ uno elegía Citroën/ otro elegía Peugeot (…) y qué podía importarnos/ si el olor sopa…/ llegaba hasta el cielo”. 
Poesía recuperada reúne con honestidad los estados de ánimo y los registros poéticos de Naty Menstrual, quien repite “Hay días que quiero morirme” veintisiete veces en un poema y después resalta, en mayúsculas: “HAY DÍAS QUE NO”. Y en ese tironeo casi constante se hilvana no solo su personalísima manera de habitar, sino también algo parecido a un deseo de trascender: “Reencarnarme/ En polvo de tierra/ En polvo de mierda/ En polvo de putas…/ De putas sí…/ En suave y etéreo polvo…/ De putas sí…/ Para darles fuerza”. 


Josefina Fonseca 



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