Reseña
Los
contrarios, de Fernando Molle
zindo & gafuri, 2015
Fernando
Molle pareciera encarar sus libros como proyectos separados. Después de la
exuberancia verbal y el juego con las formas clásicas en el excelente Del libro -Vox, 2008- Los contrarios es un libro austero, con
un lenguaje que bordea lo coloquial.
Desde
el nombre, y lo subraya el acápite de Heráclito al primer poema, El cielorraso-, Los contrarios se sitúa en el tema del cambio y de la dialéctica,
después: lógica de los hechos y de los matices. Es el terreno de la
argumentación, del otro y del devenir a partir del enfrentamiento; el ámbito de
lo que podría ser diferente, de lo que cambió en un sentido o en otro, pero que
siempre escapa a la identidad o a la contradicción.
Esta
lógica discursiva estructura los seis poemas que componen el libro, desde lo
familiar cotidiano de El cielorraso
hasta el cierre cosmológico de La vereda
de enfrente. Los versos cortos, ordenados de a pares o tercetos, sostienen
un ritmo que va puntuando las alternancias y las oposiciones. Cada verso
introduce un giro de sentido, una ampliación o restricción a lo afirmado
anteriormente. Molle bordea la frase hecha, pero la aplica en un contexto donde
el sentido, o el uso están siempre ligeramente desplazados. Los versos parecen
por momentos demasiado cortos, en otros casos se prolongan unas sílabas más de
lo que venía proponiendo el ritmo del poema. Nada es del todo lo que parece.
Allí
donde la dialéctica ofrece una posibilidad de síntesis, el poema se detiene antes, se limita a
consignar las tensiones –en todo caso regulando las intensidades, o volviendo
al punto de partida– y así, hace honor a la sospecha de que toda síntesis
implica una clausura de sentido o una simplificación empobrecedora.
Diego
Sasturain
Perfil
Cultura, Marzo 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario